Para muchos padres la hora de la comida se puede volver una pesadilla, un momento que debería ser agradable en compañía de todos los miembros de la familia, se puede alterar por la conducta de nuestros hijos en el momento de enfrentarse a los alimentos.
Mi hijo come mal
Uno de los motivos de consulta más habituales en atención primaria se resume en la siguiente frase: “Doctor, mi hijo no come” o “mi hijo come mal”. Hasta un 20-30% de los niños en edad preescolar pueden presentar este trastorno, aunque únicamente implicará un problema franco del desarrollo en el 1-2% de los pacientes.
En la maduración del hábito de la alimentación infantil influyen fenómenos fisiológicos que deben ser respetados y que van evolucionando según la edad:
- Desde el nacimiento hasta los 4 meses, el ritmo de hambre sigue un patrón de entre 2,5 y 3 horas, aunque puede variar; ese ritmo debe respetarse. Por otra parte, durante ese periodo existe un reflejo de succión vigoroso, que dura mientras el niño no está saciado. Por último, el reflejo de protrusión es importante; suele durar hasta el cuarto mes.
- A partir de los 6 meses, se desarrolla el apetito y aparecen las preferencias y las aversiones, que pueden estar claramente definidas en el primer año de vida.
Es necesario conocer también cómo va evolucionando la capacidad del niño para comer solo:
- A los 4 meses, empieza a tener habilidad en el uso de las manos.
- A los 5-6 meses, intenta coger el biberón.
- A los 9 meses, coge galletas solo.
- A los 12-14 meses, maneja una cuchara, que usará con destreza a los 18 meses; a esta edad, puede –y debe– comer solo y utilizando cubiertos, manos, taza y plato. Comer de este modo constituye una actividad satisfactoria para el niño.
- A partir de los 15 meses, coincidiendo con el periodo de crecimiento lento, se produce un fenómeno de anorexia fisiológica, que puede prolongarse durante toda la época preescolar.
Cómo detectar al niño malcomedor
El niño malcomedor presenta una alteración de la alimentación que podría definirse como la incapacidad o el rechazo a comer determinados alimentos, adoptando actitudes y hábitos alimentarios inadecuados.
Dicha alteración puede deberse a trastornos neuromusculares, metabólicos, óseos y/o psicológicos. Constituye uno de los motivos más frecuentes de consulta en pediatría de atención primaria; como ya se ha indicado, afecta al 25-35% de los niños en edad preescolar, aunque sólo un 1-2% de ellos presentarán alteración en el desarrollo.
Conviene hacer algunas aclaraciones en relación con este trastorno alimentario:
- El niño malcomedor puede tener un desarrollo físico normal cuando se mide en las tablas de crecimiento (hecho que sucede más frecuentemente).
- Algunos niños que comen bien y están sanos pueden atravesar fases de malos hábitos, siendo malcomedores ocasionalmente.
- No todos los niños que comen mal están desnutridos.
- No basta con pesar al niño para evaluar correctamente el riesgo de desnutrición originado por los malos hábitos alimentarios.
Es fundamental llevar a cabo una adecuada y completa valoración nutricional al inicio y durante todo el proceso de seguimiento.
Los problemas de alimentación pueden afectar inicialmente a cualquier niño, incluidos los bien desarrollados, los que presentan retraso en el desarrollo o los enfermos crónicos.
A pesar de que la mayoría de los problemas de alimentación tienen su origen en dificultades psicológicas, pueden derivar en problemas de comportamiento más graves y difíciles de tratar, y pueden persistir incluso después de que la causa inicial haya desaparecido.
En los niños malcomedores, puede darse un consumo inadecuado de macro- y micronutrientes para un desarrollo y un crecimiento óptimos, lo que puede tener consecuencias fisiológicas o psicológicas a corto y medio plazo.
Causas y características fundamentales del niño malcomedor
Las causas del comportamiento malcomedor son variadas. En la mayoría de los casos, se trata de una etapa normal en el crecimiento y desarrollo del niño. Así, los malos hábitos pueden ser meramente transitorios, un primer paso en el aprendizaje del niño para elegir sus propios alimentos, para definir sus gustos, una parte completamente normal y sana en su proceso de crecimiento.
Entre los factores que pueden contribuir al desarrollo de los trastornos de la alimentación figuran los siguientes:
- Ambientales:
– Dar de comer siguiendo unos horarios estrictos.
– Presencia de diversos cuidadores (familias con miembros trabajadores fuera de casa, etc.).
– Cuidadores inadecuados.
– Ambiente inapropiado (comer con la televisión puesta, distraer al niño con juegos para captar su atención…).
- Orgánicos:
-Retraso en la introducción de la alimentación oral por presencia de patología grave (necesidad de sonda nasogástrica o botón de alimentación durante largos periodos).
-Alteración motriz de la deglución.
-Enfermedad neurológica.
-Enfermedad gastrointestinal (reflujo gastroesofágico, etc.).
-Poco apetito intrínseco (comedor caprichoso).
- Del desarrollo:
-Retraso.
-Problemas específicos del desarrollo no tolerados bien por los padres:
- 8-12 meses: niño que se ensucia mucho comiendo.
- 18-24 meses: niño caprichoso para comer.
- 24-36 meses: niño que pica, malos modales.
- Relación padres-hijos:
-Padres que no reconocen en su hijo signos en relación con el hambre y la saciedad.
-Forzar al niño a comer cuando no tiene hambre.
-No permitir que el niño toque la comida o coma solo (padres supercontroladores).
-Padres excesivamente preocupados por la limpieza.
El comportamiento de los niños malcomedores se caracteriza por los siguientes rasgos: sólo toman un número limitado de alimentos, rechazan probar alimentos nuevos, no comen verduras ni otros grupos de alimentos, sienten una gran atracción por alimentos muy concretos así como rechazo por otros, sus comidas son problemáticas, y comen con lentitud y normalmente con muchas interrupciones.
Los niños pequeños a los que las madres consideran malcomedores toman una cantidad y variedad de alimentos significativamente inferior a la de los niños que comen bien. En general, muestran un gran desinterés por la comida.
Consejos que nos pueden ayudar
Algunos puntos fundamentales en este sentido son:
- Ofrecer gran variedad de alimentos en las comidas y un ambiente alegre.
- Los padres saben qué y cuándo hay que comer; los niños saben cuánto.
- Avisar 5 minutos antes del inicio de la comida; eso permite al niño acabar con juegos y otras actividades, ayudar a poner la mesa, etc.
- Apagar el televisor.
- Si deja la totalidad o una parte de la comida, no recriminárselo; puede que el niño no tenga hambre.
- No dar importancia a las manías; poco a poco, el niño diversificará sus gustos.
- Algunas manías y algunos miedos a probar alimentos nuevos son algo normal en el desarrollo, y deben ser respetados.
- Los padres deben seguir una dieta adecuada y variada, ya que los niños aprenden por imitación.
- Evitar las distracciones y los juegos durante la comida.
Para evitar la negativa a comer, pueden ser útiles los siguientes consejos:
- No forzar ni amenazar con castigos. Tampoco premiar.
- No prolongar las comidas más de media hora.
- No ofrecer alternativas si no le gusta la comida que se ha preparado.
- No mezclar el alimento rechazado con otro que le guste.
- No mostrar ansiedad ni inquietud por un rechazo temporal, ya que el niño puede abusar de ese poder.
- No llenar en exceso los platos.
- Si el niño lo precisa, se pueden espaciar más las comidas.
Sin embargo, a veces el estado nutricional y la salud del niño pueden verse afectados debido a trastornos prolongados en el tiempo y no solucionados o bien afrontados por la familia. En estos casos, es imprescindible una intervención nutricional por parte del pediatra y otros profesionales de la salud, que se basará en tres pilares fundamentales: la valoración nutricional, la suplementación de la dieta y la intervención psicológica.
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