La carne suele ser uno de los alimentos que tenemos incorporados a nuestra dieta. Son muchas las maneras en las que se presenta y comemos la carne. Desde la forma más directa de comer carne, como son los filetes, a otras formas, en las que la carne viene a ser un ingrediente, aunque sea el principal. Y aquí es donde empezamos a hablar de los derivados cárnicos.
Derivados cárnicos
Se llaman derivados cárnicos aquellos alimentos preparados totalmente o de forma parcial a partir de carnes o menudencias de animales. Además, esta carne usada para estos derivados, ha tenido algún tipo de tratamiento para ser usado en el producto final.
Algunos de los alimentos cárnicos son los embutidos, como el lomo, jamón cocido, lacón o hamburguesas.
Pero veamos un poco más sobre estos derivados cárnicos los productos cárnicos.
Como he comentado más arriba, en los mercados y supermercados podemos encontrar gran variedad de productos de origen animal, pero ¿sabemos diferenciar los diferentes productos?
Los productos cárnicos
Estos son aquellos productos que han transformado la carne, de modo que ya no posee las características de la carne fresca. En este grupo podemos hablar de la mortadela o longaniza.
Preparados de carne
Aquí estamos hablando de carne fresca a la que se han añadido algunos productos alimenticios como son aditivos, colorantes o cualquier tipo de condimento. Siempre y cuando no se haya alterado las características de la carne fresca, como son la estructura de la fibra muscular de la carne.
Carne fresca
En este caso hablamos de la carne que no se ha sometido a ningún tipo de proceso de conservación más allá de la refrigeración, ultracongelación o congelación. Incluso entra en este espacio, la carne que se envasa al vacío.
La importancia del conocimiento de los diferentes tipos de carne, estiba en su preparación, y por supuesto la legislación que hay alrededor de el procesado de este tipo de alimentos.
Así pues, ante la duda, lo mejor es siempre leer la etiqueta que nos indica cuáles son los ingredientes, aditivos y/o conservantes que contengan.
Nosotros creemos que lo mejor es comer siempre alimentos que no han sufrido ninguna clase de proceso, es decir, alimentos no procesados. Estos son más saludables. Y cuando hablamos de carne, siempre abogamos por comer carne blanca, como el pollo o el pavo. Y de forma muy puntual comer carne roja, pero evitarla en la medida de lo posible.
Para este artículo hemos usado información de Consumer.