Técnica de la lactancia natural
Aunque es un procedimiento que se aprende de forma instintiva, es necesario apoyar a las madres e instruirlas adecuadamente, intentando desterrar falsos conceptos que con frecuencia conducen al abandono de la lactancia natural. La falta de información, la presión de los prejuicios sociales o la creencia de que el amamantamiento afecta a la estética de la madre son algunos de los factores que deben evitarse para que pueda prosperar la lactancia materna.
El niño debe iniciar la lactancia lo más pronto posible tras el parto, algo fundamental para una alimentación exitosa al seno materno. Según la OMS, debe mantenerse como alimentación exclusiva hasta el sexto mes por lo menos.
En cuanto al horario, hay que insistir en la autodemanda, es decir, debe ponerse al niño al pecho cada vez que lo pida, sobre todo en los primeros días, porque así se estimula la producción de leche. Al poco tiempo, el niño establecerá su horario, que será aproximadamente de una toma cada 2,5-3 horas. No es aconsejable la rigidez horaria.
Se debe comenzar cada toma por el último pecho que se dio la vez anterior y ofrecer los dos pechos. Aunque la duración de la toma es variable, el bebé no debe permanecer más de 5-15 minutos en cada pecho, para evitar la maceración del pezón.
La madre debe adoptar una postura cómoda para amamantar a su hijo. Las primeras tomas las puede dar en decúbito lateral y, más adelante, sentada y manteniendo al niño incorporado.
Los labios del niño deben abarcar la areola, y el pezón quedará sobre la lengua evitando que se obturen las fosas nasales, para lo cual la madre sujetará la mama. Para conseguir la participación activa del niño, es útil estimular primero la mejilla con el pezón y provocar así el reflejo de rotación de la cabeza que le lleva a buscar el objeto que le roza. También hay que advertir a la madre que no retire al niño en plena succión, para evitar desgarros del pezón y grietas. Es mejor romper el vacío que se crea metiendo el meñique de la madre por la comisura labial y retirar después al niño.
La madre debe evitar situaciones de estrés físico y psíquico durante la lactancia. La lactancia debe modificar lo menos posible la vida y la actividad de la madre, no siendo aconsejable la vida sedentaria y tampoco una actividad exagerada. La alimentación de la madre será variada y completa.
Los problemas relacionados con la lactancia que causan el destete precoz son muchos, pero en la mayor parte de los casos la madre puede resolverlos si ha sido adecuadamente instruida. Uno de los argumentos más habituales para el destete precoz es que la madre produce poca leche. Este problema pocas veces es de origen endocrino; en la mayor parte de los casos se debe a una mala técnica de la lactancia o al inicio precoz de la alimentación con biberón, con lo que disminuye el estímulo sobre el pezón y, por tanto, la lactogénesis. Asimismo, la separación precoz de la madre y el niño tras el parto es motivo de lactancias de horario rígido, una causa frecuente de abandono de la lactancia materna; además, el inicio tardío de la toma de pecho no favorece una lactancia natural exitosa.
Contraindicaciones de la lactancia natural
Las causas maternas son la drogadicción, la infección por virus de la inmunodeficiencia humana (VIH), una enfermedad crónica grave como cardiopatía grave o insuficiencia renal, la tuberculosis bacilífera y neoplasias en tratamiento con quimioterápicos. Las madres con fibrosis quística pueden producir una leche muy rica en sodio, lo que constituye un obstáculo para lactar al niño. También en casos de madres con hepatitis víricas se desaconseja la lactancia al seno.
La negativa de la madre a lactar al hijo debe ser escrupulosamente respetada y no hay que tratar de imponer la alimentación al pecho, pues aparte de tener muchas posibilidades de fracasar, puede crear complejo de culpabilidad en la madre si decide no amamantar a su hijo.
En niños con galactosemia está contraindicada la lactancia materna. Contraindicación discutible es la epilepsia materna.
Fármacos y lactancia materna
Es bien conocido que la mayoría de los medicamentos cuando se administran a la madre que lacta tienen pocos efectos sobre el niño amamantado, porque la dosis transferida a la leche es muy baja o porque la biodisponibilidad para el lactante es escasa. No obstante, es necesario revisar en cada caso la documentación disponible sobre el fármaco administrado a la madre y sus posibles efectos sobre el niño que es amamantado por ella. Es importante tener en cuenta que a menudo los laboratorios productores de fármacos desaconsejan su utilización en madres que lactan más por temor a problemas legales que por datos experimentales.
La cantidad de fármaco excretado en la leche depende de los siguientes factores:
- Niveles plasmáticos en la madre.
- Liposolubilidad del medicamento.
- pH de la leche.
- Tamaño molecular del fármaco.
- Unión a proteínas.
- Semivida del fármaco.
Los fármacos habitualmente se transfieren a la leche por difusión, determinada por fuerzas de equilibrio entre los compartimentos maternos plasmático y lácteo. Atraviesan las membranas lipídicas de la célula alveolar para penetrar en la leche. Poco después de la primera semana de vida, las células alveolares se hinchan por acción de la prolactina y se cierran los espacios intercelulares, con lo que se limita el acceso a la leche. Se admite, por tanto, que la penetración de fármacos en la leche de mujer es mayor durante el periodo neonatal.
El factor determinante del paso de los medicamentos a la leche es su concentración en el plasma materno. En algunos casos, los fármacos son retenidos iónicamente en la leche porque la estructura cambia a consecuencia de modificaciones del pH y se dificulta su regreso a la circulación materna. Esto es importante en fármacos que se comportan como bases débiles, como los barbitúricos. Los agentes yodados del fármaco pueden acumularse en la leche por un cociente leche/plasma elevado debido a la acción de un sistema de bombeo en la pared de las células alveolares. Los fármacos muy liposolubles pasan a la leche en concentración más alta. Tienen especial interés los fármacos con actividad para el sistema nervioso central, que poseen características que los hacen propicios para pasar a la leche. La capacidad de unión a proteínas es también un factor para tener en cuenta: los fármacos circulan unidos a la albúmina o disueltos en el plasma en forma libre. Este componente libre es el que se transfiere a la leche mientras la fracción unida a las proteínas permanece en el plasma. Fármacos como la warfarina, fuertemente unidos a proteínas, tienen poca capacidad para ser transferidos a la leche.
Aunque existen muchas excepciones, una buena regla es que menos del 1% de la dosis administrada a la madre llegará a la leche y posteriormente al niño lactado al seno.
A continuación, se exponen algunas consideraciones sobre el uso de fármacos durante la lactancia materna:
- Hay que evitar la administración de medicamentos a la madre siempre que sea posible.
- Si es necesario, evaluar la dosis infantil y considerar el riesgo potencial.
- Se escogerán fármacos con datos sobre lactancia materna. Deben elegirse fármacos con semivida corta y biodisponibilidad oral escasa o peso molecular elevado.
- Hay que amamantar antes de la toma del medicamento.
- Se incrementarán las precauciones en niños pretérmino o de bajo peso al nacer.
- Ha de tenerse en cuenta que, en la mayor parte de los casos, el beneficio de la lactancia natural supera los riesgos de una medicación dada a la madre.
Los fármacos contraindicados para la madre lactante son los antineoplásicos, anfetaminas, bromocriptina, clemastina, cimetidina, cloramfenicol, cocaína, ciclofosfamida, ciclosporina, dietilbestrol, doxorrubicina, ergotamina, sales de oro, heroína, inmunosupresores, yoduros, sales de litio, meprobamato, metimazol, nicotina, fenindiona, isótopos radiactivos, tetraciclina y tiouracilo.
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