Alrededor de una de cada cinco personas tienen algún tipo de reacción a algún alimento durante toda su vida. Algunas de las intolerancias más comunes son a la lactosa o al gluten, pero no son las únicas.
Diferencias entre alergia e intolerancia
No se debe confundir entre intolerancia y alergia. En las intolerancias no median mecanismos inmunológicos, estas afectan principalmente al sistema digestivo. Sin embargo en el caso de las alergias, el sistema afectado es el inmune.
Pero estas no son las únicas diferencias, ya que en el caso de las alergias, las reacciones que se producen son graves, además de inmediatas. Pero en el caso de las intolerancias alimentarias los síntomas pueden aparecer horas después de haber comido el alimento al que somos intolerantes. Por eso, no es lo mismo hablar de intolerancia a la lactosa que hablar de alergia a las proteínas de la leche. En el primer caso, la intolerancia se debe a una falta parcial o total de la enzima que se encarga de digerir la lactosa, y los síntomas suelen ser gases, diarrea o distensión abdominal.
En cambio, la alergia a la proteína de la leche puede provocar urticarias o incluso un shock, pero esto sucede de forma inmediata.
Síntomas
Otra diferencia que podemos encontrar entra la intolerancia y la alergia, es que en el caso de la intolerancia, dependiendo de la cantidad de alimentos que hayamos ingerido, notaremos los síntomas. Pero cuando hablamos de alergia la presencia del alimento al que se es alérgico ya va a provocar una respuesta inmediata en nuestro organismo, sin importar la cantidad ingerida, llegando a ser mortal incluso con cantidades mínimas.
Como siempre, aunque nosotros queramos saber si lo que padecemos es una alergia o una intolerancia, tiene que ser un médico el que haga el diagnóstico. Así pues, cualquier sospecha o duda sobre síntomas posteriores a la ingesta de un alimento determinado, lo mejor es acudir cuanto antes al médico.
Cuando de manera habitual sentimos hinchazón después de comer, dolores abdominales, diarreas o gases, puede significar que hay una intolerancia por detrás. En algunos casos, como la intolerancia al gluten, es importante que se diagnostique tempranamente, ya que esta intolerancia provoca un gran deterioro de la mucosa intestinal.
Controlar qué alimentos nos provocan síntomas
Cuando de forma habitual tenemos alguno de los síntomas comentados anteriormente, hay que empezar a controlar qué alimentos estamos comiendo y cuáles pueden ser aquellos que nos están provocando la intolerancia o la alergia. Así pues, la mejor manera es apuntar en un diario de forma exhaustiva qué alimentos comemos y cuáles son los síntomas que padecemos después de su ingesta.
Si creemos que ya sabemos cuál es el alimento que nos provoca esos síntomas, después de ingerirlo, la mejor manera de confirmarlo, es apartarlo de la comida y ver si ya no padecemos ningún síntoma.
Este trabajo facilitará al médico saber qué alimento es el culpable de su malestar después de comer.
Herencia genética
Hay muchos casos en los que las intolerancias se heredan de manera genética, así pues qué mejor que preguntar a nuestros padres. Quizás ellos tengan una rápida y certera respuesta, si ellos también padecen esa intolerancia. En el caso de las intolerancias a la lactosa o al gluten, es bastante habitual que tanto padres como hermanos, pueden tener o desarrollar esta misma intolerancia.
Estado de los alimentos
Si hablamos tanto de alergias como intolerancias, estamos a hablando de reacciones no tóxicas, y ya depende de cada persona su propensión a padecerla. Pero también existen las reacciones tóxicas, y estas se deben al estado en el que se encuentran los alimentos en el momento que los ingerimos.
Estas reacciones tóxicas son comunes a todas las personas, un ejemplo es el botulismo. Es decir cuando comemos un alimento en conserva en mal estado. Así pues, en este caso se puede hablar de intoxicación, y no de reacción alérgica o intolerancia.
Diagnóstico
Como hemos comentado más arriba, el diagnóstico lo tiene que hacer un un médico, tanto si se trata de una alergia como si hablamos de una intolerancia.
Cuando se trata de intolerancias, normalmente, una vez se ha retirado el alimentos de la dieta diaria, se suele recomendar recuperarlos poco a poco, y en pequeñas dosis. Un ejemplo claro de esto, es la intolerancia a la lactosa. Ya que en muchos casos, dependiendo de cada persona, las cantidades de lactosa toleradas varían de una persona a otra.
En cualquier caso, esto va a ser una decisión que tome exclusivamente el médico.