Cuando llega el verano y con él, el calor, hay que tener en cuenta algunos consejos para evitar que este periodo estival del año se convierta en un problema para la salud de nuestros hijos debido a su alimentación. Por eso es muy importante vigilar la alimentación en verano.
Hay que evitar siempre los pescados crudos, y hay que tratar de beber mucha agua para no deshidratarse.
Los técnicos de salud pública recuerdan que hay educar al niño para que no entre en el agua bruscamente después de una exposición prolongada al sol o de una comida copiosa.
Beber y comer bien es fundamental. No olvide beber mucha agua (al menos dos litros al día aunque no se sienta sed), evitando las bebidas muy azucaradas, las alcohólicas, café, té o cola.
No son buenos los líquidos excesivamente fríos y las comidas calientes, copiosas y de digestión lenta.
Alimentación en verano
En verano conviene aumentar el consumo de frutas y verduras, como gazpachos ligeros y ensaladas frías, que recargan el organismo de sales minerales y evitan la deshidratación.
Hay que aprovechar nuestra dieta mediterránea.
Los expertos en seguridad alimentaria recuerdan que con el clima caluroso las bacterias se multiplican rápidamente.
Por eso es importante extremar los cuidados y no dejar alimentos fuera del frío durante más de una hora.
La comida sobrante, a la nevera nada más terminar de comer.
Los nutricionistas insisten en que una de las principales medidas de prevención para comer seguro se encuentra en la cocción adecuada de los alimentos, y que ésta alcance como mínimo los 65ºC.
En caso de carnes, hay que cerciorarse de que el calor llega correctamente al interior de la pieza. Si se va a consumir pescado poco cocinado, crudo, marinado o en vinagre, hay que congelarlo previamente durante al menos dos días para prevenir una infección de anisakis.
Para más información visita madrid.org